Gabriela Topa, directora del curso Competencias para equipos directivos: un enfoque psicosocial, habló de la importancia del proceso de integración de los nuevos empleados en las organizaciones
Gabriela Topa, profesora de Psicología Social y de las Organizaciones de la UNED y directora del curso Competencias para equipos directivos: un enfoque psicosocial, que se celebró del 29 de junio al 1 de julio en la sede de Escuelas Pías del Centro Asociado de Madrid, abordó durante una de sus ponencias la importancia del proceso de integración de los nuevos empleados en todas las organizaciones, sobre todo en los centros de enseñanza,
Gabriela Topa
haciendo especial hincapié en la necesidad de desarrollar planes de acogida en las instituciones públicas y privadas y destacando la importancia de replantearse el funcionamiento de las oposiciones. “Son un proceso”, afirmó, “que quema a los candidatos antes de entrar en el centro. Las instituciones deberían cuidar mucho este proceso, pero la realidad es que los trabajadores importan muy poco cuando entran y nada antes de entrar”.
Cualquier persona que haya pasado por una oposición no podrá por menos que sonreír ante tal afirmación. Eso si ha tenido la suerte de aprobar y conseguir la plaza deseada… algo que no es fácil en absoluto. “Después de meses o incluso años de estudio, con suerte el opositor consigue ser interino”, planteó Topa. “Eso se vive como una injusticia, porque haces lo mismo que los profesores titulares pero en distintas condiciones: menos sueldo, traslados continuos, imposibilidad de organizar y conciliar tu vida personal y laboral, etc.”. Es vital que se cuide este procedimiento, pues las oposiciones afectan a personas que trabajan con su conocimiento. “Son personas”, puntualizó la ponente, “que tienen una capacidad brutal de hacerlo bien… y de hacerlo mal. ¡Quémenlos antes de entrar y verán! Esa gente es la que más tarde tiene que educar a sus hijos, atender a los padres, a los ciudadanos… porque estamos hablando de los profesores, pero… ¡imagínense lo mismo con un policía o un médico!”.
Al hilo de esta reflexión, la directora del curso señaló que “hay estudios que demuestran que la mayor parte de los abandonos de los trabajos se producen en los primeros meses, bien sea porque las expectativas iniciales no se cumplen, por un elevado nivel de exigencia o por exigencias incompatibles. Por eso, es fundamental facilitar la etapa de tránsito, crear planes de acogida para favorecer la socialización organizacional, que es el proceso de aprendizaje de valores, habilidades, expectativas, etc. gracias al cual una persona pasa de ser un novato, un recién llegado, a ser una persona integrada en la organización. Si este proceso es exitoso, ambas partes salen ganando”.
Dentro de este periodo, los cinco primeros días son vitales. “La socialización organizacional se divide en tres etapas: la prellegada o socialización anticipatoria, el encuentro y la adquisición y cambio. De ellas, la segunda es crucial para la socialización efectiva, pues es el momento en el que la persona se enfrenta directamente con una nueva situación, con la tarea que va a desempeñar, su rol y su relación con los demás. Esto último es el gran desafío, por su componente emocional, de ahí que muchas empresas estén empezando a valorar la opinión de sus empleados veteranos a la hora de contratar nuevo personal”.
Se trata, por tanto, de un proceso cambiante que está en continua adaptación. “Antiguamente era algo pasivo”, resumió Topa, “el trabajador era como arcilla moldeada por la empresa”. Sin embargo, ahora “la organización influye sobre sus empleados, pero siempre acompañados de un proceso de individualización, de incidencia del trabajador en la organización y de su rol en ella”.
Comunicación UNED: Itziar Romera
Fotos: José Rodríguez
Edición web: Mamen Suárez
